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podrían aumentar las muertes anuales en poblaciones vulnerables » DUPLOS.CL

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La incidencia del cambio climático sobre la salud humana despliega un horizonte de riesgos inéditos y modifica de manera profunda las bases del bienestar en la vida contemporánea. Las variaciones constantes de temperatura, los fenómenos atmosféricos y las alteraciones en los ecosistemas han ampliado el espectro de problemas sanitarios, lo que impacta en enfermedades conocidas y facilita la aparición de nuevos problemas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte: “Entre 2030 y 2050, se espera que el cambio climático cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año, solo por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por calor”. Las poblaciones vulnerables, como niños, adultos mayores y personas en contextos de pobreza, enfrentan desafíos particulares ante este fenómeno global. Según la entidad internacional, “ya afecta a 3.600 millones de personas que viven en áreas altamente susceptibles al cambio climático”. En diálogo con Infobae, expertos analizan la influencia del cambio climático en la salud, tanto por sus consecuencias directas a través de la contaminación del aire, que proviene en muchos casos de actividades responsables, como también por las emisiones de gases de efecto invernadero que agravan el calentamiento.

Los efectos directos e indirectos del cambio climático son objeto de atención por parte de organismos internacionales que refuerzan y contextualizan estos hallazgos. Según la OMS, el cambio climático constituye “una amenaza fundamental para la salud”. La organización establece que los cambios climáticos causan un aumento en la frecuencia de ciertos fenómenos, como olas de calor, tormentas, inundaciones, sequías e incendios. “Estos fenómenos meteorológicos y climáticos afectan directa e indirectamente, aumentando el riesgo de muerte por enfermedades no transmisibles y la propagación de enfermedades infecciosas y emergencias sanitarias”, manifiestan desde la organización. Además, advierten que será más grave para “las mujeres, niños, minorías étnicas, comunidades pobres, migrantes o desplazadas y personas con afecciones preexistentes”.

Pablo Orellano, epidemiólogo e investigador del CONICET, resaltó la complejidad que caracteriza la relación entre el cambio climático y la salud, señalando que la interacción de diversas variables genera efectos directos, como “el aumento de hospitalizaciones durante picos de temperatura, así como problemas cardiovasculares”. Entre estos últimos, el especialista señala la “expansión geográfica de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue y el chikungunya”. Orellano explica que el incremento de temperaturas y lluvias favorece el crecimiento de mosquitos, lo que eleva la transmisión de estas infecciones. El experto distingue tres grandes grupos afectados por el cambio climático: “vectores (como insectos), agua y alimentos”, ya que los cambios pueden incrementar la densidad y el rango de los vectores. A su vez, la urbanización y la expansión de las ciudades facilitan la aparición de “nuevas enfermedades emergentes y reemergentes, que antes estaban limitadas a ambientes silvestres”. “Cualquiera de estas enfermedades se verá claramente afectada por el cambio climático, como es el caso de las enfermedades vectoriales y el cólera, así como los problemas alimentarios”. También las enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y respiratorias, están asociadas a factores ambientales. De forma indirecta, esto está vinculado a un acceso bajo a servicios sanitarios, agregó Orellano.

El epidemiólogo enfatizó que la compleja red de factores involucrados dificulta la cuantificación precisa de estos efectos, aunque la evidencia contundente demuestra que hay efectos concretos. Un trabajo disponible en el Future Healthcare Journal refuerza esta advertencia, indicando que el cambio climático acelera la aparición de enfermedades como el dengue, el zika y la malaria, que no solo son más frecuentes, sino que también prolongan cuadros agudos y aumentan los daños renales y neurológicos. Desde el área de neurología, Santiago Tizio, jefe del Hospital Español de La Plata, considera que el sistema nervioso tiene una relación directa con el cambio climático. Explicó que el vínculo neurológico es “multifactorial”. Por un lado, “cuando la temperatura corporal sube por encima de cierto nivel, el organismo pierde la capacidad de disipar el calor, lo que conduce a lo que llamamos hipertermia”. Esto provoca inflamación cerebral, edema y señales nerviosas que pueden desencadenar manifestaciones que van desde fatiga y dolor de cabeza hasta confusión, convulsiones e incluso coma. “Por otra parte, existe un efecto indirecto. Las alteraciones climáticas propician neuroinfecciones, como la encefalitis, que pueden causar daños severos”, aseveró Tizio.

En línea con estas advertencias, un análisis publicado en PubMed Central resalta que los niveles elevados de contaminación atmosférica, en particular durante olas de calor, son causas significativas de problemas respiratorios. El mismo estudio además indica que quienes ya padecen enfermedades respiratorias son más vulnerables a los efectos de los extremos de polución, que actúan de manera sinérgica. La contaminación ambiental es otro foco central de preocupación. Se advirtió que esta “está asociada a una alta mortalidad y morbilidad en humanos, incluyendo enfermedades cardiovasculares, asma, diabetes e infecciones respiratorias”. Se subrayó que las relaciones entre la exposición a material particulado y problemas cardiovasculares cuentan con un sólido respaldo científico. Tizio señaló que “el aire, especialmente las partículas finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno y el hollín procedente de combustibles fósiles, están asociados a enfermedades neurológicas como la demencia, el Parkinson, el ACV y la esclerosis múltiple”. También se incluyeron trastornos en el desarrollo neurológico en aquellos expuestos a tóxicos ambientales en etapas tempranas. Timoteo Marchini, de la Universidad de Friburgo, marcó una diferencia clave entre los conceptos de contaminación del aire. Remarcó que, aunque comparten fuentes de emisión como el tráfico y la industria, son diferentes en su intensidad y efectos. “La intensidad del cambio climático tiene un impacto directo en la salud respiratoria, agravando el pronóstico de enfermedades agudas como infartos y accidentes cerebrovasculares”, explicó el experto. Aseguró que “el PM2.5 es un factor severo e independiente en la gravedad de estas condiciones”. Se estima que uno de cada cuatro casos de enfermedades está asociado a la exposición crónica a contaminantes, precisó el investigador.

El United Nations Development Programme (UNDP) detalla que las marcadas crisis climáticas actuales incluyen golpes relacionados con la salud mental, que “pueden socavar y destruir la infraestructura sanitaria, la atención médica y las cadenas de suministro de productos esenciales”, alerta el organismo. Mientras tanto, la Environmental Protection Agency (EPA) y los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) coinciden en que las condiciones extremas afectan la disponibilidad de agua potable y la calidad y seguridad alimentaria, sumando dificultades a los sistemas de salud desfavorecidos. El deterioro de estas condiciones incide de manera indirecta en las dimensiones socioeconómicas de la salud, repercutiendo en las poblaciones vulnerables y generando un impacto a nivel global. Ante este escenario, la adaptación de políticas públicas y la integración del medio ambiente se vuelven fundamentales para enfrentar los crecientes desafíos que plantea el cambio climático.

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