La crisis política en Francia se intensificó con la inesperada dimisión del primer ministro, Sébastien Lecornu, quien había estado en el cargo durante solo 27 días. El presidente Emmanuel Macron le otorgó una prórroga hasta el miércoles para que pudiera buscar la estabilidad que no logró alcanzar durante su breve mandato. Esta situación es sin precedentes en el país, donde el sistema político, diseñado para garantizar la estabilidad, muestra signos de agotamiento debido a la fragmentación de la Asamblea Nacional, que se encuentra dividida en tres bloques irreconciliables.
Lecornu, un leal seguidor de Macron, asumió el cargo el 9 de septiembre, reemplazando al centrista François Bayrou. Ahora, se enfrenta al desafío de encontrar nuevas fórmulas de acuerdo, a pesar de que parece que ningún partido de la oposición está dispuesto a colaborar. En sus redes sociales, Lecornu afirmó: “Acepto el encargo del presidente de abordar las últimas negociaciones con las fuerzas políticas por la estabilidad del país”, tras recibir de Macron la tarea de “definir una plataforma de acción y de estabilidad para el país”.
Al finalizar el plazo otorgado, la responsabilidad recaerá nuevamente en el Elíseo, donde Lecornu indicó que “sacará las conclusiones que se impongan”. Según varios medios, Lecornu solicitó a Macron que no lo mantuviera en el cargo, lo que añade confusión a una situación ya complicada. La prórroga sorprendió a todos los partidos, que habían comenzado a planear su futuro político.
La líder de la derecha, Marine Le Pen, ha exigido un adelanto de las elecciones legislativas, aprovechando el apoyo que su partido parece tener en las encuestas. Por otro lado, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon ha pedido la dimisión o destitución del presidente. Los partidos más moderados, como los socialistas, ecologistas y comunistas, han solicitado un primer ministro de izquierdas, mientras que la derecha conservadora, que había aceptado participar en el Gobierno, ha expresado su pérdida de confianza.
Todos los partidos han puesto a Macron en el centro de la diana, lo que representa un reto considerable para Lecornu, quien tras su dimisión criticó los “apetitos partidistas” y los “egos”. A sus 39 años, Lecornu deberá lograr un consenso que le permita avanzar con los presupuestos de 2026, un tema que ya había causado problemas a su predecesor Bayrou, en un contexto donde se requiere urgentemente reducir el déficit público y la deuda que agobia las finanzas del país.
Este es el último intento del quinto primer ministro desde la reelección de Macron en 2022, y el cuarto en poco más de un año, para no ser recordado como el más breve desde la Segunda Guerra Mundial. Lecornu ha reconocido que no ha cumplido con su tarea, enfrentándose a amenazas de mociones de censura provenientes de la izquierda, incluidos los socialistas, así como de algunos de sus aliados, como la derecha conservadora liderada por el ministro del Interior en funciones, Bruno Retailleau, quien, aunque aceptó continuar en el Ejecutivo, mostró su descontento con la distribución de carteras y amenazó con retirarse.
Particularmente, la vuelta al Gobierno de Bruno Le Maire, quien ocupa la cartera de Defensa y fue el ministro de Economía de Macron hasta 2024, ha generado descontento, ya que se le responsabiliza de la enorme deuda del país, que asciende al 115,6% del PIB, lo que obliga a realizar ajustes en los presupuestos de los próximos años.
Estos desajustes llevaron a Lecornu a acudir temprano al Elíseo para presentar su dimisión a Macron, quien, ante la falta de una solución inmediata, decidió concederle un poco más de tiempo. El presidente mantuvo silencio y fue visto visitando el Panteón, donde se prepara una ceremonia, y paseando por las orillas del Sena mientras hablaba por teléfono. Esta imagen de soledad refleja el momento crítico que enfrenta el presidente, a un año y medio del final de su mandato, sin posibilidad de volver a presentarse, pero con la amenaza de dejar el Elíseo con niveles de impopularidad sin precedentes.
Las convulsiones políticas también se sintieron en los mercados, donde la Bolsa experimentó una caída de hasta dos puntos tras el anuncio de la dimisión, cerrando con una disminución del -1,36%, y la prima de riesgo alcanzó su nivel más alto en nueve meses.