La ex primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, ha sido condenada a pena de muerte por un tribunal del país, tras ser hallada culpable de crímenes de lesa humanidad durante la represión de las protestas que llevaron a su dimisión en agosto de 2024. El Tribunal Internacional de Crímenes de Bangladesh (ICT) dictó la sentencia este lunes, señalando que Hasina incitó a la violencia y ordenó el uso de armas letales contra manifestantes que denunciaban abusos de las fuerzas de seguridad, corrupción y represión política. Según estimaciones de la ONU, alrededor de 1.500 personas perdieron la vida durante lo que se conoce como la “Revolución de julio”.
Sheikh Hasina, de 78 años y considerada una figura central en la política de Bangladesh durante más de cinco décadas, se encuentra actualmente en el exilio en India desde que abandonó su cargo de primera ministra. Su paradero exacto es incierto, y sus apariciones públicas se limitan a eventos organizados por sus seguidores y entrevistas con medios indios.
En el contexto político actual, Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz y uno de sus principales opositores, lidera el Gobierno interino de Bangladesh, que se prepara para celebrar elecciones generales y un referéndum constitucional en febrero del próximo año. En las últimas elecciones, celebradas en enero de 2024, la Liga Awami de Hasina obtuvo 223 de los 299 escaños, aunque la oposición boicoteó el proceso electoral.
Las protestas que llevaron a la caída de Hasina comenzaron de manera pacífica en julio de 2024, impulsadas por estudiantes universitarios que se oponían a un controvertido sistema de cuotas de empleo público. Sin embargo, la respuesta del gobierno fue violenta, lo que resultó en la pérdida de su liderazgo tras tres mandatos consecutivos desde 2008. Anteriormente, Hasina había gobernado entre 1996 y 2001.
La historia de Sheikh Hasina está marcada por el asesinato de su padre, Sheikh Mujibur Rahman, en 1975 durante un golpe de Estado, lo que la convirtió en la heredera del legado político de su familia. Tras su regreso a Bangladesh en 1981, Hasina formó una red de apoyo desde su exilio en Nueva Delhi y se enfrentó a su rival política, Khaleda Zia, quien fue primera ministra en varias ocasiones y estuvo bajo arresto domiciliario desde 2017 por corrupción.
Ambas líderes, conocidas como “las dos begums”, jugaron un papel crucial en la revuelta popular de 1990 que derrocó al dictador militar Mohamed Ershad. Desde entonces, se alternaron en el poder hasta que Hasina consolidó su dominio político en 2008. Durante su mandato, Bangladesh experimentó un notable crecimiento económico, con una reducción significativa de la pobreza, que pasó del 12% en 2010 al 5% en 2022, según datos del Banco Mundial.
A pesar de sus logros, Hasina ha sido objeto de críticas por su tendencia a la autoritarismo, así como por graves violaciones de derechos humanos, incluyendo asesinatos extrajudiciales y desapariciones forzadas. Su decisión de acoger a más de un millón de rohinyás, una minoría musulmana perseguida en Birmania, ha sido reconocida internacionalmente, aunque su legado sigue siendo objeto de controversia.


