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El poder transformador del arte en la sostenibilidad del planeta


Hace tiempo que la sostenibilidad dejó de ser una opción. Hoy, convertida en una exigencia transversal, el arte comienza a ocupar un lugar inesperado pero necesario: el de agente activo en la conciencia ecológica.

Desde galerías hasta murales urbanos, las expresiones visuales no solo retratan la crisis climática, sino que movilizan voluntades, educan y conectan emocionalmente con una ciudadanía cada vez más consciente.

No hablamos solo de estética. Hablamos de estrategia. La economía creativa, en diálogo con la industria medioambiental, abre caminos que hasta hace poco eran impensados.

El arte, como lenguaje universal, tiene el poder de levantar alertas que interpelan y transforman. El planeta exige ser escuchado y ahí es donde la cultura visual se vuelve una herramienta poderosa que combina acción y valor sostenible.

Los ojos de un zorro o de un ave en extinción no son sólo un recurso plástico: son la memoria de un mundo que lucha por no desaparecer. Cada pincelada puede ser un gesto político, una forma de resistencia, una manera de decir que este planeta no nos pertenece en exclusividad. Somos visitantes, y es hora de actuar como tales.

Esta es urgente, porque la industria – incluida la del arte – debe adaptarse a nuevas reglas del juego: las de la sostenibilidad, la economía circular y la responsabilidad con el entorno. En esa transformación, la cultura tiene un rol articulador. No es casual que hoy grandes marcas colaboren con artistas para campañas de conservación, ni que los museos incorporen temas medioambientales en sus curatorías. Se trata de una nueva sensibilidad que también es tendencia económica.

Así como existen bonos verdes, arquitectura sustentable o energía limpia, también es posible hablar de arte regenerativo: obras que no solo denuncian, sino que también reparan, vinculan y educan. En vez de excluirnos, esta crisis global nos invita a colaborar desde todos los frentes. El arte, lejos de estar al margen, puede ser puente entre lo que sentimos y lo que debemos hacer.

La mirada de un animal en una pintura no puede salvar el planeta, pero sí puede abrir una conversación, despertar una inquietud, impulsar una decisión. Y a veces, ese pequeño gesto basta para empezar a hacer mejor las cosas.

Por Eduardo Flores Castillo, «Petruzzi».
Eduardo Flores acaba de convertirse en el único chileno representado por la importante galería de arte Akneyeen Dubái, expandiendo nuevos mercados para la creación nacional.



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